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Exposición "Valladolid 2.0, fotógrafos de internet"
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Image by Chema Concellon
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Valladolid


Quedáis todos invitados a visitar la exposición fotográfica Valladolid 2.0, Fotógrafos de Internet que tendrá lugar entre el 16 de enero y el 15 de febrero de 2008 en la sala de exposiciones del Pabellón de Cristal del Campo Grande (Acera de Recoletos, s/n. Tlfn. 983 219 310 Fax. 983 217 860).

Esta exposición se ideó y gestó dentro del grupo de Flickr Valladolid (España | Spain) del que los 14 fotógrafos aficionados participantes somos miembros.

Esperamos y agradeceremos vuestra visita.


Exposición Virtual - Valladolid 2.0
Presentación realizada por *Glauka.

Información en la edición digital de "El Día de Valladolid"

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PRESENTACIÓN EXPOSICIÓN VALLADOLID 2.0, FOTÓGRAFOS DE INTERNET

El Excmo Ayuntamiento de Valladolid nos brinda, una vez más, la posibilidad de enfrentarnos al arte de nuestros días, en este caso a través de la fotografía como protagonista. Una actividad que cada vez tiene más seguidores, tanto en los creadores como en los espectadores.

Esta Exposición reúne diferentes visiones de varios fotógrafos afincados en Valladolid, que pisan el mismo suelo, que admiran las mismas calles, los mismos edificios, viven inmersos en el mismo paisaje urbano. Cada uno nos aporta su propia visión, recreándonos el paisaje urbano desde una perspectiva personal, compartiendo con nosotros su manera de relacionarse con lo cotidiano. Expresan a través del objetivo lo que a cada uno le cautiva, destacan lo que la ciudad les brinda, lo que les gustaría que les brindase y critican lo que, a su juicio, está de sobra.

Si la cultura consiste, entre otras cosas, en la capacidad que tiene el individuo para descodificar, para descifrar el mundo que le rodea, en este caso se nos presentan diferentes canales cada una de ellos con sus matices peculiares, con su perspectiva creativa que proponen al espectador interpretar la aparente objetividad de la realidad.

Todos ellos, siendo vallisoletanos nacidos o de adopción, se han conocido a través de Internet, en la ciudad global de calles intrincadas y aparentemente inextricables, pero en la que, para los iniciados es fácil encontrar lo que se busca. Se han encontrado en este foro de discusión, les ha unido la afición artística, se han conocido y tratado, y el trato ha propiciado un respeto y admiración mutuos, por eso han decidido agruparse en esta exposición que canaliza las aspiraciones de unos artistas que ahora se constituyen en colectivo.

Entre todos nos proponen nuevas perspectivas de la ciudad. Como contenedor de fantasmas, nos la enseña Rogelio García Alonso, en cuya fotografía los edificios son meros contenedores de las personas que aparecen en planos subalternos. La ciudad vacía por el fuerte aguacero primaveral, repleta de sillas en túnel tras de las que se adivina la vida, el diálogo, las tertulias, en las fotos de Luís Raimundo García Fernández. De ciencia en perspectiva que nos empuja hacia delante, pero cimentada sobre sólidas bases de luz; quietud del pasado, luminosidad del presente señalan caminos seguros lanzados con seguridad a un futuro en el objetivo de Laura García Morate .

Espacio público, parques y río, son el contexto elegido por Jesús Garrote Martín para reflexionar sobre el tiempo. El de los mayores en su venerable quietud se contrapone a la primavera de la juventud que renace en nuevos romances. Puente y río, reflejo de ciudad, reflejo de vida. Duro metal lagrimeante aparentemente ajeno al paso del tiempo en una ciudad que se refleja, idealizada, en los charcos tranquilos después de la tormenta, o que vuela en fugas imaginarias hacia estructuras de luz y color, en la cámara de Jesús González López . Inmanencia y trascendencia de una ciudad que se repiensa continuamente. Pilar Velasco Martín fascinada, según confiesa, por la riqueza de miradas que se pueden posar sobre cada punto, elige “la casa de la sabiduría”, evidenciando que las raíces áureas de la institución envuelven al hombre “individuo” anonadado por el peso de la ciencia humana que empequeñece a la persona. Álvaro Herreras Reguera, nos muestra luminosas perspectivas llenas de esperanza, de realizaciones que aparecen en el horizonte y que guían al visitante empujándole a soñar más allá del “in-finito”.

Leandro Martínez Arribas y Alicia González Rodríguez llaman la atención, en negro, sobre el túnel que con los puntos de luz nos empuja hacia la salida, luz que en el caso del monumento a José Zorrilla refuerza el gesto de la escultura que los autores sorprenden en incómodo diálogo con el maestro. Reflejos monócromos en los charcos de la acera que sirve de cimientos a la explosión colorista, de espacio abierto enmarcado por los edificios de la plaza mayor..

José María Pérez Concellón dibuja con su cámara. La fotografía se hace pintura porque el compositor ha meditado el cuadro y hace estéticamente inteligible algo tan aparentemente anodino como el muro bícromo de un edificio. La naturaleza muerta de la farola, que sirve como contrapunto a las personas, se recorta contra el fondo del muro lienzo. Creación creatividad, belleza… Rodolfo Rodríguez Castro nos introduce en otra dimensión estética a través de una fotografía en la que la comunicación es el centro de una imagen de equilibrada composición, y una ciudad rotunda tratada como eterno retorno de edificios, como noria paisajística que gira alrededor del espectador puesto en el centro. A Antonio Jesús Rodríguez Gelado le interesa destacar la ciudad de vida con ambiente primaveral, de mercados repletos, en una muestra inmejorable de la belleza de lo cotidiano. Contrasta con el contraluz colombino.

Juan Ignacio Sánchez Lara ha elegido el diálogo entre dos centros de sociabilidad. Uno reciente, el auditorio Miguel Delibes, otro consagrado por el tiempo, el Pasaje Gutiérrez. La luz artificial, estática, consolidada del segundo, contrasta con la indefinición del recién nacido auditorio, en el que la luz indefinida de un crepúsculo que amanece nos invita a confiar en el futuro. Roberto Vázquez González con sus pellizcos a Valladolid, nos presenta una rotundidad deformativa y preformativa de la ciudad que va hacia delante entre lo antiguo y lo moderno, entre el estatismo de lo monumental y la cotidianeidad de la calle.

No se conocían, y por lo tanto no podemos hablar de influencias mutuas, son vallisoletanos y se enfrentan a Valladolid, rescatan miradas sobre la capital del Pisuerga, cada uno la suya, sin embargo, aquí y ahora están reunidos todos, podemos verlos, admirarlos por separado o, como es de desear, en conjunto, dialogando unos con otros a través de las fotos. La oportunidad es única, de nosotros depende, de nuestro interés por imbuirnos de profundas sensaciones estéticas, conscientes, como queda patente en este caso, de que en arte, el todo es bastante más complejo, más rico y más profundo que la suma de las partes.


José Luis Alonso Ponga
Director de la Cátedra de Estudios sobre la Tradición
Universidad de Valladolid.


Santa María de Lluçá
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Image by Jose Luis Mieza Photography
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La consagració de Santa Maria de Lluçà, fou duta a terme pel bisbe de Vic, Idelguer, el 22 de maig de l’any 905. Aquesta església es trobava ad radices castri de Luzano, al peu del castell de Lluçà- és a dir, al lloc actual-. Fou erigida pel prevere Vininza i dotada pels parroquians. Estava formada per una nau amb un petit creuer, en el qual hi havia un absis central i una absidiola a cada extrem. Diu l’acta de consagració que el bisbe va subjectar a aquesta església els vilars o centres d’explotació rural que es repartiren el terme del castell de Lluçà, i moltes esglesioles que ja funcionaven. Santa Maria va ser la cap de les esglésies sufragànies de Sant Pere de Torroella o del Grau, de Santa Eulàlia de Puig-oriol, Sant Agustí de Lluçanès, Sant Climent de la Riba i de Sant Cristòfol de Borrassers. Així doncs, al segle X, ens trobem que les terres lluçaneses estaven organitzades, i el centre era Santa Maria de Lluçà. Cap al 1170 i 1190 ja es va fer una reedificació. La nova església es va construïr sota un mòdul romànic. Hi havia tres altars de l’absis principal, i dues absidioles laterals dedicades a Santa Maria a Sant Joan i Sant Miquel. Els de Santa Maria Magdalena i Sant Agustí serien més tardans, encara que anteriors a 1270. A l’altar e Santa Magdalena, se li va afegir l’advocació de Sant Vicenç, en abandonar-se la capella del Castell. Es va convertir en un temple més gran que, amb moltes modificacions, és el que ens ha arribat als nostres dies.
Es pot assegurar que que abans del 1150 a Lluçà no hi havia cap comunitat, i que la seva església estava regida per un o més sacerdots. Es veu sobretot a través dels testaments dels senyors de Lluçà, que consideren Lluçà com una parròquia més, i per tant les seves preferències són pel monestir de Ripoll. A partir de 1154, ja es fan enterrar a Lluçà. Això ho coneixem gràcies al testament de Bernat Guillem de Lluçà. És a partir de 1168 que trobem la primera comunitat de canonges, amb el primer prior, Pere de Sagàs. És llavors quan s’assegura la subsitència de la comunitat gràcies a donacions. Per suposat, les més importants eren les dels senyors de Lluçà. El segle XIII, va ser el moment de major esplendor de la canònica ja que va rebre importants donacions dels propietaris de la zona. Ens fem una idea de la importància de la influència religiosa de Santa Maria en l’època quan veiem que la majoria de canonges que van excercir de canonges eren fills dels masos veïns. La canònica agustiniana estava sota la protecció de la de l’Estany i es beneficiava dels seus béns i càrrecs, que s’intercanviaven. Deuria ser en aquest s. XIII, tan pròsper, quan es va pintar el revestiment d’altar pintat sobre fusta, avui conservat al Museu Episcopal de Vic, i obra de l’anomenat Mestre de Lluçà. És una obra d’un viu cromatisme i una de les pintures més belles del romànic català. Cap a l’any 1330 comença la decadència espiritual i econòmica, fins a tal punt que al 1357, al monestir, hi havia només el prior, tres canonges i un deodonat.D’altra banda, els terratrèmols que van assolar Catalunya entre 1428 i 1448, van castigar Lluçà que va veure com s’esfondrava la nau de l’església, el campanar i algunes dependències monàstiques. L’any 1592, el papa sumprimeix les canòniques agustinianes a Catalunya, i la de Lluçà s’uneix a la Casa de Caritat de Barcelona que es queda amb tots els seus béns. Al segle XVII es converteix en santuari marià i es porten a terme transformacions a l’església, com l’aixacament del campanar, remodelamanet de la façana, una nova sagristia, un portal pel campanar.... Més tard, al segle XVIII es decora l’església seguint l’estil barroc i s’afegeix un pis amb porxades amb claustre. Ens trobem que de la primera església, no en queda res, excepte unes tombes antropomorfes que hi podrien correspondre. En unes reformes que hi feu la Diputació de Barcelona l’any 1967 es retorna a l’església la seva fesomia original del segle XII. Avui en dia conserva la majoria de frescos i pintures, així com alguna escultura de gran valor. Les seves obres formen un conjunt importantíssim del Romànic Català.

La consagración de Santa Maria de Lluçà, fue llevada a cabo por el obispo de Vic, Idelguer, el 22 de mayo del año 905. Esta iglesia se encontraba ad radices castro de Luzán, al pie del castillo de Lluçà-es decir, en el lugar actual-. Fue erigida por el presbítero Vininza y dotada por los parroquianos. Estaba formada por una nave con un pequeño crucero, en el que había un ábside central y una absidiola en cada extremo. Dice el acta de consagración que el obispo sujetó a esta iglesia los Vilars o centros de explotación rural que se repartieron el término del castillo de Lluçà, y muchas iglesias que ya funcionaban. Santa Maria fue la jefa de las iglesias sufragáneas de Sant Pere de Torroella o del Grau, de Santa Eulàlia de Puig-oriol, Sant Agustí de Lluçanès, Sant Climent de la Riba y de Sant Cristòfol de Borrassers. Así pues, el siglo X, nos encontramos que las tierras Lluçanesa estaban organizadas, y el centro era Santa Maria de Lluçà. Hacia el 1170 y 1190 ya se hizo una reedificación. La nueva iglesia se construyó bajo un módulo románico. Había tres altares del ábside principal, y dos absidiolos laterales dedicadas a Santa Maria en Sant Joan y Sant Miquel. Los de Santa Maria Magdalena y Sant Agustí serían más tardíos, aunque anteriores a 1270. En el altar y Santa Magdalena, se le añadió la advocación de Sant Vicenç, en abandonarse la capilla del Castillo. Se convirtió en un templo más grande que, con muchas modificaciones, es lo que nos ha llegado a nuestros días.
Se puede asegurar que que antes del 1150 en Lluçà no había ninguna comunidad, y que su iglesia estaba regida por uno o más sacerdotes. Se ve sobre todo a través de los testamentos de los señores de Lluçà, que consideran Lluçà como una parroquia más, y por tanto sus preferencias son por el monasterio de Ripoll. A partir de 1154, ya se hacen enterrar en Lluçà. Esto lo conocemos gracias al testamento de Bernat Guillem de Lluçà. Es a partir de 1168 que encontramos la primera comunidad de canónigos, con el primer prior, Pedro de Sagàs. Es entonces cuando se asegura la subsistencia de la comunidad gracias a donaciones. Por supuesto, las más importantes eran las de los señores de Lluçà. El siglo XIII, fue el momento de mayor esplendor de la canónica ya que recibió importantes donaciones de los propietarios de la zona. Nos hacemos una idea de la importancia de la influencia religiosa de Santa Maria en la época cuando vemos que la mayoría de canónigos que ejercer de canónigos eran hijos de los caseríos vecinos. La canónica agustiniana estaba bajo la protección de la de l'Estany y se beneficiaba de sus bienes y cargos, que se intercambiaban. Debería ser en este siglo XIII, tan próspero, cuando se pintó el revestimiento de altar pintado sobre madera, hoy conservado en el Museo Episcopal de Vic, y obra del llamado Maestro de Lluçà. Es una obra de un vivo cromatismo y una de las pinturas más bellas del románico catalán. Hacia el año 1330 comienza la decadencia espiritual y económica, hasta tal punto que en 1357, el monasterio, había sólo el prior, tres canónigos y un deodonat.D Por otra parte, los terremotos que asolaron Cataluña entre 1428 y 1448 , castigaron Lluçà que vio como se derrumba la nave de la iglesia, el campanario y algunas dependencias monásticas. En 1592, el papa sumprimeix las canónicas agustinianas en Cataluña, y la de Lluçà se une a la Casa de Caritat de Barcelona que se queda con todos sus bienes. En el siglo XVII se convierte en santuario mariano y se llevan a cabo transformaciones iglesia, como el aixacament del campanario, remodelamanet de la fachada, una nueva sacristía, un portal por el campanario .... Más tarde, en el siglo XVIII se decora la iglesia siguiendo el estilo barroco y se añade un piso con soportales con claustro. Nos encontramos que de la primera iglesia, no queda nada, salvo unas tumbas antropomorfas que podrían corresponder. En unas reformas que haga la Diputación de Barcelona en el año 1967 se devuelve la iglesia su fisonomía original del siglo XII. Hoy en día conserva la mayoría de frescos y pinturas, así como alguna escultura de gran valor. Sus obras forman un conjunto importantísimo del Románico Catalán.

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